Tómatelo en serio: abusar de las bebidas alcohólicas supone riesgos importantes para tu salud cardiovascular.
Todos sabemos que el consumo abusivo de bebidas alcohólicas es perjudicial para la salud, y especialmente para el corazón. Pero, ¿qué quiere decir “perjudicial? ¿Somos
realmente conscientes de cómo puede dañar nuestro sistema cardiovascular beber más alcohol del que nuestro organismo puede tolerar, incluso aunque lo hagamos solo en
ocasiones puntuales?
Hipertensión arterial
Los resultados de distintos estudios clínicos han determinado que el consumo de alcohol en exceso es uno de los principales factores de riesgo de hipertensión. Esta enfermedad de
alta prevalencia contribuye a muchas muertes prematuras, puesto que interviene con frecuencia en el desarrollo de enfermedades coronarias, de la insuficiencia renal y de los
accidentes cerebrovasculares, como los ictus.
Además, en las personas que ya padecen hipertensión arterial, el consumo de alcohol puede interferir en la acción de los medicamentos que toman para controlarla.
Efecto tóxico
El consumo excesivo de alcohol tiene un efecto tóxico sobre las células del músculo cardíaco, haciendo que este se dilate, por lo que se debilita y deja de ser capaz de bombear la
cantidad necesaria de sangre. Esto se denomina miocardiopatía dilatada alcohólica, enfermedad que puede llegar a provocar insuficiencia cardíaca en los casos más graves. Parte
fundamental del tratamiento en estos casos es la abstención absoluta de beber alcohol.
Arritmias cardíacas
La arritmia que más se asocia con el consumo de alcohol es la fibrilación auricular. Algunos estudios indican que en personas que ya padecen este tipo de arritmia, incluso una ingesta
ligera o moderada de alcohol puede aumentar de forma considerable el riesgo de padecer episodios recurrentes.
Síndrome metabólico
Un consumo abusivo de bebidas alcohólicas puede provocar elevación de los triglicéridos por encima de los niveles aceptables (hipertrigliceridemia), que generalmente está asociada
a niveles de colesterol “bueno” (HDL) más bajos de lo conveniente y a la acumulación de grasa en la zona abdominal. Este tipo de obesidad, llamada “visceral” por estar
peligrosamente próxima a órganos tan importantes como el hígado, el páncreas o el estómago, es común a la mayor parte de las personas que acostumbran a consumir cantidades
elevadas de alcohol, puesto que su aporte calórico es considerable: cada gramo de alcohol proporciona siete calorías, casi las mismas que las grasas. Estos factores pueden
contribuir al desarrollo de diabetes. Si sumamos a este completo “cóctel” la hipertensión arterial, podemos hablar de síndrome metabólico, que acelera de forma exponencial el riesgo
cardiovascular.
Si no lo tomas, no lo pruebes
Como vemos, una ingesta elevada de alcohol se asocia a la aparición de enfermedades y a una mayor mortalidad.
Esto se debe a que su composición y su efecto repercute sobre determinados órganos, sobre todo al hígado, cerebro, corazón; a su vez está asociado con una mayor incidencia de
cáncer, sin olvidar también los efectos colaterales del consumo de alcohol como el riesgo de adicción, los accidentes laborales o de tráfico.
Sin embargo, la evidencia actual indica que un consumo moderado de alcohol tiene efectos beneficiosos, en cuanto a prevención de la enfermedad coronaria y la enfermedad arterial
periférica, por su buena acción sobre el colesterol “bueno” (eleva el HDL) y por su efecto antiagregante (previene la formación de trombos).
Algunos investigadores han señalado que el consumo de vino, especialmente el tinto, puede aportar este efecto beneficioso, superior al resto de bebidas alcohólicas, en lo relativo al
riesgo de enfermedad cardiovascular, en parte debido a los antioxidantes que contiene el vino, como el resveratrol.
No obstante, los cardiólogos no recomiendan beber vino ni cualquier otra bebida alcohólica para conseguir estos beneficios, en especial si por norma general no se suelen consumir
este tipo de bebidas, puesto que no hay pruebas científicas que demuestren que dichas bebidas puedan sustituir a las medidas convencionales para prevenir las enfermedades
cardiovasculares, como controlar el peso, hacer suficiente ejercicio y seguir una alimentación saludable.
Más perjudicial en mujeres
Por su fisiología, el alcohol es más dañino para las mujeres. Un reciente estudio español publicado en la revista Medicina clínica revelaba que las mujeres multiplican por cinco veces
sus posibilidades de ser obesas debido a un consumo elevado de alcohol en comparación con los hombres. También se detectó que ellas son más propensas que ellos a desarrollar
miocardiopatía alcohólica y presentan mayor pérdida neuronal con menor consumo y durante menos años.
TOMA NOTA
Cantidades máximas diarias para personas sanas.
MUJERES: Una cerveza, un vaso de vino, una bebida destilada o un “chupito”
HOMBRES: Dos cervezas, dos vasos de vino, una bebida destilada o dos “chupitos”