Cómo reaccionar ante una crisis de ansiedad o de pánico de los niños.
Un ataque de pánico o de ansiedad es un episodio de miedo extremo e irracional en el que la persona que lo sufre ve alteradas sus capacidades cognitivas, emocionales y
fisiológicas, tanto es así que puede incluso llegar a temer por su propia vida.

Cómo identificar un ataque de pánico en los niños.
Los ataques de pánico en la infancia, aunque no son frecuentes pueden aparecer de forma aislada y sin una causa que lo desencadene o bien surgir tras una situación ansiógena
como separarse de mamá (ansiedad de separación), ir al cole (fobia escolar) o tener que enfrentarse a alguna situación social (fobia social) o ante un determinado animal que le
produzca terror (perros, arañas, serpientes u otros bichos). Lo común, sin embargo, es que los ataques de pánico tengan su inicio en la adolescencia.
Durante el ataque de pánico, que suele durar unos minutos, los niños experimentan una serie de alteraciones fisiológicas muy intensas como por ejemplo: aumento de la frecuencia
cardíaca, sudoración, temblores, dificultad respiratoria, nauseas, mareos, escalofríos o entumecimiento de manos y pies.
A estas sensaciones físicas le acompañan una sensación irracional de miedo a morir causando gran malestar en el niño y una lógica angustia en los padres.
Cómo ayudar a un niño con un ataque de pánico
Tal y como comentaba al inicio, puede ocurrir que un niño viva un único episodio aislado o que se repitan los ataques de pánico. Sea como sea los padres debemos actuar con
cautela, siendo el objetivo principal calmar al niño en el momento de la crisis.

La ayuda se centrará en ayudarle a respirar profundamente mirándole a los ojos y ofreciéndole toda la seguridad posible. El niño probablemente parecerá no escucharnos ni
atendernos pero es muy importante que nosotros mantengamos la calma, los abrazos de contención pueden ser de gran ayuda.
En caso de que los episodios se repitan en más de una ocasión debemos buscar ayuda especializada inmediatamente para evitar que lleguen a afectar significativamente la vida de
nuestros niños. El tratamiento lo debe llevar un profesional de la salud mental infantil, ya sea psicólogo o psiquiatra, quien determinará el modo de proceder en cada caso.
Por: Sara Tarrés
Psicóloga Infantil
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