La tanorexia es un trastorno psicológico y conductual que se caracteriza por la obsesión compulsiva de mantener un tono de piel bronceado en todo momento, aun a costa de la

salud. Se le considera una variante de la dismorfia corporal, ya que la persona que la padece suele tener una percepción distorsionada de su propia imagen: aunque su piel esté

visiblemente bronceada, se sigue viendo pálida o poco atractiva, lo que la impulsa a buscar más sesiones de exposición solar o de cabinas de rayos UVA. Esta conducta repetitiva trae

consigo graves riesgos para la salud, pues la radiación ultravioleta es un factor determinante en el desarrollo de cáncer de piel, quemaduras solares, manchas, arrugas prematuras y

envejecimiento cutáneo acelerado. Los síntomas más frecuentes de la tanorexia incluyen la necesidad incontrolable de broncearse constantemente, la ansiedad o irritabilidad

cuando no se puede tomar el sol o acudir a un centro de bronceado, la insatisfacción persistente con el propio tono de piel y, en muchos casos, la aparición de lesiones dermatológicas

que son ignoradas o minimizadas por el afectado. También se observan conductas de aislamiento social, ya que la persona prioriza su rutina de bronceado por encima de otras

actividades, lo cual deteriora sus relaciones interpersonales. En cuanto al tratamiento, se recomienda un abordaje integral. La psicoterapia cognitivo-conductual es fundamental, pues

ayuda a trabajar la autoimagen y a corregir la percepción distorsionada del cuerpo. De igual forma, la orientación psicológica busca reducir la dependencia emocional hacia el

bronceado y fortalecer la autoestima sin necesidad de alterar el color de la piel. En casos más complejos, se pueden emplear medicamentos ansiolíticos o antidepresivos bajo

supervisión médica, especialmente cuando la tanorexia está asociada a cuadros de ansiedad o depresión. El acompañamiento dermatológico también es esencial, no solo para evaluar

y tratar los daños en la piel, sino también para educar al paciente acerca de los peligros de la radiación UV y ofrecer alternativas seguras, como el uso de protectores solares o

autobronceadores sin riesgos. En conclusión, la tanorexia no es un simple gusto por el bronceado, sino un trastorno que requiere atención profesional, ya que compromete tanto la

salud física como el equilibrio emocional de quien la padece.