En la actualidad, el estilo de vida acelerado y las constantes exigencias laborales y personales han convertido el estrés y la falta de sueño en problemas cada vez más comunes. Sin embargo, pocas personas son

plenamente conscientes de las graves consecuencias que estos factores pueden tener sobre la salud cardiovascular. Numerosos estudios han demostrado que el estrés crónico y la privación del sueño

pueden aumentar significativamente el riesgo de desarrollar enfermedades del corazón, hipertensión arterial y otros trastornos cardiovasculares.

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El estrés prolongado activa el sistema nervioso simpático, lo que provoca un aumento en la producción de hormonas como el cortisol y la adrenalina. Estas sustancias generan un incremento en la

frecuencia cardíaca y la presión arterial, lo que, con el tiempo, puede dañar los vasos sanguíneos y contribuir a la acumulación de placa en las arterias, un factor clave en el desarrollo de la aterosclerosis. Además,

el estrés crónico puede llevar a hábitos poco saludables, como el consumo excesivo de alcohol, el tabaquismo y una alimentación inadecuada, factores que agravan aún más los problemas cardiovasculares.

Por otro lado, la falta de sueño tiene un impacto similar en la salud del corazón. Dormir menos de seis horas por noche de manera frecuente está asociado con un mayor riesgo de hipertensión, inflamación

sistémica y resistencia a la insulina, todos ellos factores de riesgo para enfermedades cardiovasculares. Durante el sueño, el cuerpo regula funciones esenciales como la presión arterial y la reparación de tejidos,

por lo que la privación del descanso interfiere con estos procesos y sobrecarga el sistema cardiovascular. Además, el insomnio y los trastornos del sueño, como la apnea obstructiva, han sido vinculados con un

aumento en la incidencia de infartos y accidentes cerebrovasculares.

Para reducir el impacto negativo del estrés y la falta de sueño en el corazón, es fundamental adoptar estrategias de manejo del estrés, como la meditación, el ejercicio regular y la organización del tiempo.

Asimismo, establecer una rutina de sueño saludable, evitando el uso excesivo de dispositivos electrónicos antes de acostarse y creando un ambiente propicio para el descanso, puede marcar una gran diferencia en

la salud cardiovascular. En un mundo donde las demandas diarias parecen no tener fin, cuidar del corazón a través del descanso y la reducción del estrés se vuelve una necesidad urgente para preservar el

bienestar a largo plazo.