Acudir a la consulta del médico o realizarse un simple análisis es, para muchas personas, un suplicio. El temor a padecer una enfermedad los paraliza y evitan acudir a
consulta. Pero,
¡cuidado!, ese miedo, llamado iatrofobia, puede poner tu salud en peligro. Si te ocurre, aquí te mostramos cómo combatirlo.
Igual que la alegría o la tristeza, el miedo es una de esas emociones que ayudan al ser humano a sobrevivir. Gracias a las emociones compartimos la felicidad, superamos una
pérdida, estamos alerta ante un peligro o huimos cuando las cosas se tuercen. Pero cuando la gestión de esas emociones es errónea, especialmente en el caso miedo, caer en manos
de la ansiedad o el estrés es de lo más sencillo.
«No saber gestionar las emociones genera ansiedad y eso nos hace, por ejemplo, sentir mucho miedo ante algo que objetivamente no es peligroso, como ir al médico. Eso solo nos
hará evitar determinadas informaciones, como por ejemplo las de nuestra salud, por miedo a que nos digan que estamos enfermos», alerta Antonio Cano, presidente de la Sociedad
Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés. «Cuando hablamos de la salud, es bueno tener cierta ansiedad ante el desarrollo de posibles enfermedades, porque eso nos
empuja a estar alerta y a hacernos chequeos. Cierta preocupación es buena, pero no es bueno ni ir todos los días al médico ni no ir nunca, porque puede que cuando vayas ya no
haya remedio», explica.
Tanto en un caso como en el otro hablamos de hipocondriacos, de personas que malinterpretan la emoción y temen a la enfermedad. Un miedo que solo va a provocar más
síntomas cognitivos, fisiológicos y conductuales. «Cuando evitamos tener información acerca de nuestra salud, el miedo se hace fuerte y genera ansiedad y estrés, que a su vez
provocan un aumento del ritmo cardiaco, un incremento de la tensión muscular, molestias digestivas y hasta problemas cardiovasculares. Lo peor es que el miedo va a hacer que
malinterpretemos esos síntomas y pensemos que estamos ante una enfermedad grave. Es como cuando se tiene miedo en casa y se decide esconderse bajo las sábanas o ir a mirar
por la mirilla para ver si ya ha llegado el ladrón», sostiene Cano.
Experiencias negativas
Aunque no hay un perfil concreto de las personas que sufren iatrofobia, el especialista estima que ese miedo irracional se da principalmente entre las personas de entre 20 y 45 años.
En la mayoría de los casos, el origen de ese miedo se remonta a alguna experiencia vivida en la infancia o la adolescencia, aunque también puede ser de la edad adulta.
En este último caso, el miedo a tener información de nuestra salud puede surgir tras haber visto cómo alguien próximo a nosotros que aparentemente gozaba de buena salud, de
pronto cae enfermo y en poco tiempo fallece. También sucede cuando por error nos han hecho un diagnóstico erróneo o que no nos correspondía, generando con ello un trauma que
después no es sencillo de superar.
Además de esos escenarios, el miedo a estar enfermo puede también tener una causa genética o de personalidad. «El miedo a ir al médico se observa en personas que tienen un alto
grado de exigencia con ellas mismas; se preocupan mucho, prestan especial atención a todo lo que les rodea y son muy responsables», indica el especialista Antonio Cano.
Gestionar el miedo
Conocida la teoría, es el turno de la parte práctica con la que evitar este tipo de reacciones. Aunque más que evitar, según Cano, se trata de prevenir. «Hay que enseñar que tenemos
que exponernos y exponer nuestra salud. Tenemos que enseñar a entender las emociones para que haya menos gente con trastornos emocionales, para que sepamos gestionar
emociones como el miedo, la alegría, la ira, la tristeza…», matiza.
Además, según Cano, cuando hablamos de salud y de ir al médico, muchas personas no solo tienen miedo a que les detecten una dolencia o enfermedad, sino a que les indiquen que
para vivir más tiempo y con más calidad de vida han de cambiar algunos hábitos como dejar de fumar, de beber en exceso o llevar una dieta equilibrada.
CUANDO EVITAMOS TENER DATOS DE NUESTRA SALUD, EL MIEDO SE HACE FUERTE Y GENERA ESTRÉS
Los hombres, los más predispuestos
La iatrofobia afecta, por lo general, más a los hombres que a las mujeres. Estas suelen cuidar más de su salud y de la de su familia; suelen controlar la agenda de las vacunas,
acompañar al médico a sus parejas… Por contra, el hombre suele adoptar un papel más pasivo sobre la salud y es más probable que desarrolle temores o miedos ante la enfermedad,
a las cosas que no conoce, señala Antonio Cano, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés. Cano señala además que la mujer, por el ciclo
menstrual, acepta más el dolor que el hombre y que este suele ser más intolerante, incluso fóbico, frente al dolor.