Los rayos solares

Hasta hace muy poco, cuando hacíamos nuestra selección de lociones protectoras para verano, nos fijábamos en el nivel SPF, es decir, la concentración que tiene la crema para

protegernos de los rayos UVB. Pero ahora sabemos que también existen otros tipos de rayos solares dañinos, como los UVA o los IR.

Rayos UVB. Estos son aquellos que pueden llegar a producir quemaduras y para los cuales sirve el número de factor de protección: cuanto más alto, menos probabilidades de sufrir

quemaduras cutáneas aparentes.

Rayos UVA. Son aquellos que pese a no provocar quemaduras solares, tienen capacidad de penetración en la piel en profundidad y por ello incrementan el riesgo de sufrir cáncer

cutáneo. También son causa de envejecimiento y de arrugas y son los que producen errores en el ADN, de ahí su peligrosidad.

Rayos IR. Se trata de los Infra-rojos, rayos que no son visibles y que aportan la energía y el calor. Al subir la temperatura en el interior de la dermis, se provoca que la piel sea mucho

más reactiva y sensible a la radiación ultravioleta.

Elegir bien el protector solar es importante

Lo ideal es adquirir un protector solar con un SPF elevado, como mínimo del 30 y que lleve la etiqueta de ‘amplio espectro’, que significa que es eficaz para protegernos tanto de los

rayos UVB, como de los UVA y los IR.

Además, la opción de resistencia al agua será más que eficaz para los días de playa y piscina, en los que bañarse para refrescarse más que una opción, es una obligación. El filtro

solar debe especificarse como resistente al agua en la etiqueta.

Por otra parte, no estaría de más que le echases una ojeada a este post sobre cómo reaccionar ante un golpe de calor. Las elevadas temperaturas pueden jugarnos una mala pasada

estos días.