Las ensaladas son los platos estrella del verano y los más pequeños también pueden disfrutar de ellas. Una forma de consumir más vegetales crudos llena de colores y, por lo tanto,

de micronutrientes.

El verano es la estación de la abundancia de frutas y verduras que no podemos desaprovechar: tomate, calabacín, pepino, pimientos, berenjena, remolacha, rábanos, judía verde,

lechugas de todos tipos, solo por citar algunas. Es muy típico empezar la comida con una ensalada o, incluso, puede ser un plato completo combinado con cereal, legumbre o proteína

animal.

Seguramente, los más pequeños de la casa no muestran interés por las ensaladas, porque les cuesta masticar la hoja verde y, si es amarga, todavía más. De todos modos, hay

muchas más opciones más allá de la lechuga.

La primera premisa que tenemos que tener en cuenta es que los niños aprenden por imitación. Por lo tanto, las ensaladas y, en general, las verduras tienen que formar parte de

nuestra alimentación habitual. Es muy recomendable que nos los llevemos a comprar verdura y fruta y también que nos ayuden a prepararla, porque esto hace que les apetezca

más probarla.