El consumo de alcohol está socialmente aceptado en muchas culturas, especialmente en celebraciones y reuniones sociales. Sin embargo, lo que muchos ignoran es que una sola

copa de más puede representar riesgos significativos para la salud física, mental y social de una persona. El alcohol actúa como un depresor del sistema nervioso central, lo que

significa que ralentiza las funciones cerebrales, altera el juicio, disminuye los reflejos y afecta la coordinación. Por eso, una copa extra puede ser suficiente para desencadenar

comportamientos peligrosos, como conducir bajo los efectos del alcohol, lo que aumenta exponencialmente el riesgo de sufrir o provocar accidentes de tránsito, a menudo con

consecuencias fatales o discapacitantes.

A nivel físico, excederse incluso ligeramente puede afectar órganos vitales como el hígado, el estómago y el cerebro. El consumo ocasional en exceso puede provocar gastritis,

vómitos, deshidratación y fuertes dolores de cabeza. Pero, más allá del malestar inmediato, ese “pequeño exceso” puede fomentar patrones de consumo nocivos, aumentando la

tolerancia al alcohol y generando dependencia con el tiempo. También se ha comprobado que el alcohol interfiere con el sueño, reduce la calidad del descanso y debilita el sistema

inmunológico, dejando al organismo más vulnerable a infecciones.

Desde el punto de vista emocional y psicológico, una copa de más puede actuar como desencadenante de comportamientos impulsivos, discusiones o incluso actos de violencia.

Muchas personas bajo los efectos del alcohol pierden el control de sus emociones, lo que afecta sus relaciones interpersonales y puede tener consecuencias legales o laborales.

Además, el alcohol potencia síntomas de ansiedad y depresión, lo que agrava la salud mental de quienes ya padecen estos trastornos.

Por último, no se puede ignorar el impacto social. Una sola copa de más puede hacer que alguien diga o haga cosas de las que después se arrepienta, afectando su reputación o

dañando relaciones personales y profesionales. También puede convertirse en un mal ejemplo para niños y jóvenes que observan e imitan conductas adultas. En resumen, aunque

parezca inofensivo, excederse con el alcohol, incluso en una sola ocasión, tiene el potencial de desencadenar una cadena de consecuencias perjudiciales. La moderación, el

autocontrol y la conciencia sobre los efectos reales del alcohol son fundamentales para disfrutar de manera responsable y proteger tanto nuestra salud como la de los demás.