El párkinson es una enfermedad degenerativa crónica que se manifiesta generalmente por temblores incontrolables, pero hay otros síntomas que pueden ayudar a detectarla

precozmente, conócelos y cómo se manejan.

Qué es la enfermedad de Parkinson y cuáles son sus causas

¿Qué es la enfermedad de Parkinson?

La enfermedad de Parkinson o párkinson (PRK) es una enfermedad del sistema nervioso central, crónica y degenerativa, que afecta a una zona del cerebro llamada los ganglios

basales, cuya función es actuar como sistema de ayuda en la producción y control de los movimientos, tanto voluntarios, como involuntarios. Podríamos decir que el párkinson es un

trastorno producido por el deterioro y muerte de un tipo de células del cerebro encargadas de producir la molécula dopamina, que tiene un papel clave en la coordinación y generación

de movimientos musculares. Según la Organización Mundial de la Salud, se calcula que 7 millones de personas en el mundo conviven con párkinson, lo que la convierten en la

segunda enfermedad neurodegenerativa más común tras la enfermedad de Alzheimer.

El párkinson se desarrolla de una manera insidiosa, lenta, con una evolución progresiva, aunque variable, generalmente entre los 55 y los 60 años, aunque el límite inferior de edad

para desarrollar la enfermedad es de 35 años y, de hecho, según indican desde la Sociedad Española de Neurología (SEN), el 15% de las personas diagnosticadas tiene menos de 50

años. No es una patología mortal, pero a día de hoy aún es incurable.

Aunque este trastorno puede ir acompañado de decenas de síntomas, los más característicos referidos por los pacientes son: temblor en reposo (presente en 7 de cada diez

pacientes), lentitud en los movimientos voluntarios (bradicinesia), movimientos involuntarios (discinesia), rigidez en las extremidades, y pérdida del equilibrio, debido a trastornos

musculares que alteran la marcha, pudiendo provocar caídas, tal y como apunta el Ministerio de Sanidad en su Guía para la enfermedad de Parkinson. La asociación de dos o más de

estos síntomas se denomina parkinsonismo.

Tampoco hay que olvidar que, aunque en esencia, se trata de un trastorno del movimiento, los afectadas desarrollan con frecuencia problemas mentales como depresión y demencia.

hecho, hasta en un 40% de los casos la primera manifestación del Parkinson es la depresión, lo que puede llevar a diversos errores diagnósticos.

Los expertos de la SEN también explican que el párkinson a menudo está infradiagnosticado, y que en los próximos 30 años los casos detectados se triplicarán, en parte debido al

envejecimiento de la población, pero también a consecuencia de los avances en su diagnóstico y trartamiento. Según datos de la SEN actualmente hay aproximadamente 150.000

pacientes con enfermedad de Parkinson en nuestro país, con cerca de 10.000 nuevos casos detectados cada año.

El párkinson no afecta de la misma forma a hombres y mujeres, según ha revelado estudio del proyecto COPPADIS, promovido por el Grupo de Estudio de Trastornos del

Movimiento (GETM) de la SEN y publicado en la revista Journal of Clinical Medicine en febrero de 2023. Las principales conclusiones del trabajo señalan que la depresión, la fatiga y

el dolor son síntomas más comunes o graves en las mujeres, mientras que la falta de expresión facial, los problemas del habla, la rigidez y la hipersexualidad son más comunes en los

varones.

Aunque a día de hoy no existe cura para el párkinson, son varios los tratamientos médicos, farmacológicos (empezando por la Levodopa) o quirúrgicos que han demostrado ser

eficaces para, junto a la rehabilitación (que atañe a varias áreas: fisioterapia, logopedia, psicología, terapia ocupacional…) poder combatir los síntomas y enlentecer la progresión de la

enfermedad, y que deben personalizarse para cada paciente.

Causas de la enfermedad de la Parkinson

Las causas del párkinson son desconocidas en un 90% de los casos, mientras que en un 10% pueden explicarse por factores genéticos. No obstante, son también varios los

factores ambientales conocidos implicados en su aparición. En una zona del cerebro llamada sustancia negra hay una serie de neuronas (células nerviosas) de un color más oscuro

que el resto, cuya función es producir y secretar una sustancia muy importante para ese control de los movimientos: la dopamina.

En la “puerta de entrada” a estos ganglios basales, que se denomina Núcleo Estriado (EST), se encuentran los receptores sobre los que actuará la dopamina. Cuando los receptores

de la dopamina se han activado, se producen una serie de cambios bioquímicos que permiten la adecuada conexión con el resto de los componentes de los ganglios basales,

regulando la actividad de los mismos. Esta compleja función sólo se lleva a cabo correctamente cuando hay un perfecto equilibrio entre todos los componentes implicados.

Cuando este proceso se desarrolla de manera apropiada, el individuo es capaz de mantener bajo control los movimientos voluntarios –es decir, los que “quiere hacer”–, pero también

le permite mantener inhibidos los movimientos involuntarios –aquellos que “no desea” llevar a cabo–, y evitar así su aparición.

Cuando se desarrolla párkinson, las neuronas negras encargadas de la liberación de la dopamina se degeneran y, consecuentemente, dejan de producir el neurotransmisor, o lo

hacen en menor cantidad. Cuando esto ocurre, la regulación de los ganglios basales no es la adecuada, y el resto de los componentes y sustancias de los ganglios no funcionan de la

manera necesaria, lo que se traduce en un descontrol de los movimientos: los movimientos voluntarios no se llevan a cabo en la forma deseada, lo que supone la aparición de uno de

los signos más llamativos del párkinson: la hipocinesia (disminución de los movimientos voluntarios).

Algunos de los síntomas que se presentan en esta enfermedad se ven intensificados por la presencia de acetilcolina, un neurotransmisor antagonista a la dopamina que intensifica sus

efectos al disminuir el nivel de esta.