Tanto los antiguos filósofos como los actuales científicos están de acuerdo: la clave de la felicidad son nuestras relaciones con los demás.

Da igual que seas un prestigioso profesional, ganes mucho dinero, tengas libertad para viajar donde quieras o que hayas contribuido al bienestar de la humanidad. Si no te sientes

querido y valorado nunca serás realmente feliz.

Tener amigos con los que compartir tu vida es tan importante para sentirte bien que todo lo demás puede parecer secundario. Sin embargo, en promedio cada 7 años perdemos la

mitad de nuestras amistades.

Y si no hacemos nada para reemplazar esa pérdida, un día nos levantaremos y encontraremos sin ningún amigo de verdad.

Pero hacer amigos es difícil. De lo contrario no existirían tantísimos servicios y páginas web para encontrar gente con la que relacionarnos.

¿Por qué cuesta tanto?

En primer lugar porque mucha gente cree que la amistad debe “nacer” de forma natural, y que lo contrario es no ser auténtico.

Pero el principal motivo es la falta de continuidad. Tan fácil como esto. El contacto constante es uno de los pilares para crear una amistad. ¿Te acuerdas de cuando eras pequeño?

Veías a tus compañeros de clase casi cada día, pero ahora que tienes trabajo o familia eso es prácticamente imposible.

Por eso tu lugar de trabajo puede ser uno de los mejores sitios para hacer amigos si eres capaz de crear lazos más allá de la relación profesional. Si no, construir nuevas amistades

se vuelve más complicado a medida que te haces mayor.

Recuerdo que hace unos años conocí un chico de mi misma edad con una vida apasionante. Era divertido y carismático, y su trabajo consistía en viajar por todo el mundo

haciendo de guía, por lo que tenía un montón de experiencias y anécdotas que contar.

Inmediatamente supe que quería convertirme en su amigo. Quería aprender de él, pero en el fondo también tenía ganas que me devolviera esa admiración que yo sentía. Saber

que alguien importante te admira es una sensación muy reconfortante.

Como él viajaba mucho, coincidíamos poco en nuestra ciudad. Cuando lo hacíamos casi siempre había más gente, pero yo me esforzaba por ofrecerle la mejor de mis sonrisas,

compartir mis historias más divertidas y lograr que pasara un buen rato.

Creía que así me terminaría considerando un amigo. Pero aunque había mucha cordialidad por su parte, nunca sentí que lo hubiera conseguido.

A veces me enteraba que organizaba actividades sin contar conmigo, o que quedaba con amigos en común sin que yo lo supiera. Pese a todos mis esfuerzos por crear una amistad,

siempre era yo quién tenía que ir detrás de él.

¿Puede ser que yo estuviera haciendo algo mal?

Si eres lector habitual de este blog, ya conocerás los mejores sitios para conocer gente y varias estrategias para caer bien a alguien que acabas de conocer, como por ejemplo:

Crear un límite temporal al inicio para que sepa que no va a estar atrapado hablando contigo y se sienta más cómodo

Demostrar interés real encarando todo tu cuerpo hacia él

Decir su nombre a menudo y asegurarte de que conoce el tuyo lo antes posible

Pedirle algún pequeño favor (el llamado efecto Ben Franklin por la forma en que el gobernador de Pensilvania se ganaba el aprecio de sus rivales políticos)

Estas pequeñas técnicas son muy útiles para gustar más, pero no suelen ser suficientes para crear una verdadera relación de amistad, tal y como comprobé.

Afortunadamente, varios científicos ya han estudiado la ciencia de la amistad. Y en este artículo voy a mostrarte las pautas para transformar tus conocidos en amigos y así

mejorar la calidad de tu vida social.

5 pasos avalados científicamente para hacer amigos nuevos

La psicología social ha demostrado que las relaciones de amistad se construyen a partir de la semejanza y la proximidad. Y según eso ha sacado las siguientes conclusiones:

1. Mantente cerca de tus amigos

En un estudio realizado en una academia de policía los investigadores descubrieron algo sorprendente. La mayoría de grupos de amigos tenían una cosa en común: la inicial de su

apellido.

¿Cómo es posible? ¿Acaso compartir la primera letra del apellido es suficiente para crear una amistad?

No exactamente. Los policías estaban distribuidos en barracones según el orden alfabético de su apellido. Era el hecho de pasar más tiempo juntos lo que los convertía en amigos.

La proximidad física es fundamental para solidificar una amistad. Cuanto más contacto tengas con alguien, mejor conoceréis vuestras personalidades y mayor confianza os

tendréis. Por eso lo habitual es ser amigo de nuestros vecinos o de quien se sienta cerca de nosotros en el trabajo.

Recuerdo que la amistad con uno de mis mejores amigos nació sentándonos juntos en el colegio durante una temporada, y también solía enamorarme de las chicas que compartían

pupitre conmigo en clase. ¡El roce hace el cariño!

La proximidad funciona independientemente de las cosas que tengáis en común. A esto se le llama el “efecto exposición” y ha sido ampliamente estudiado: el simple hecho de ver a

alguien a menudo puede hacer que te termine gustando más.

Según esto, los mejores sitios para hacer amigos nuevos son aquellos en los que pasas más rato. Si quieres hacerte amigo de alguien en concreto intenta sentarte cerca suyo en el

trabajo, comidas o fiestas, y coincidir tanto como te resulte posible. ¡Lógicamente sin pasarte!

2. Muestra tu vulnerabilidad cuanto antes

Una vez te hayas asegurado de que vas a coincidir a menudo con esa persona, ha llegado el momento de utilizar la vulnerabilidad a tu favor.

Mucha gente cree que no hay que abrirse demasiado al principio de una relación ni mostrar debilidades. Que lo importante es aparentar confianza y seguridad para que los demás

confíen en ellos, ¿verdad?

Pues es totalmente al revés.

La vulnerabilidad es poder. Se ha demostrado que compartir experiencias personales, incluso con gente que acabamos de conocer, puede crear vínculos tan fuertes como las mejores

amistades en menos de una hora. De verdad.

El lazo más sólido que se puede formar entre dos personas es la confianza. Y cuando expones tus miedos o inseguridades le estás entregando tu confianza.

Ábrete. Revela algo de ti que te haga vulnerable. Hay quien no es capaz de conectar con nadie porque tiene demasiado miedo a quedar como un tonto o que le hagan daño. Pero la

ciencia ha demostrado que la vulnerabilidad es uno de los ingredientes básicos para crear una amistad.

No es necesario que descubras tu secreto mejor guardado. Puedes empezar añadiendo a tu conversación algo un poco más personal para ver cómo responde la otra persona.

Aquí tienes algunas ideas sobre lo que podrías hablar:

Tu sueño de la infancia

Lo que aprendiste de una relación sentimental pasada

Lo que mejorarías de la relación con tu familia

Qué es lo que más te preocupa a corto plazo

Cómo te sientes en este momento de la vida

¿Parece interesada? ¿Reacciona revelando algo personal sobre ella? Entonces vas por el buen camino 🙂

3. Encuentra lo que os une (por simple que parezca)

Cuando hayas compartido algo más personal sobre ti, o al mismo tiempo, tu objetivo es encontrar semejanzas, porque conectamos mejor con aquellos que creemos que se parecen

más a nosotros.

Pero en este caso es mejor cantidad que calidad; la clave es cuántas semejanzas eres capaz de encontrar, y no cuáles en concreto.

Encontrar lo que os une puede parecer complicado cuando todavía no os conocéis demasiado, pero suele ser tan simple como interesarte más por tu interlocutor y hablar menos de ti.

O sencillamente preguntarle a qué dedica su tiempo libre. Con eso ya tendrás el 80% del camino recorrido.

Si necesitas más ayuda, aquí tienes una guía sobre cómo mantener conversaciones para encontrar vínculos en común.

Si igualmente te resulta difícil encontrar similitudes, puedes vincularte por emociones. Imagínate que te dice que le gusta ir a pescar pero tú odias el mar. En ese caso podrías

preguntarle por qué le gusta la pesca y qué siente cuando lo hace.

Si te responde que es su forma de aislarse del caos urbano y relajarse, podrías decirle que a ti te gusta hacer trekking porque te hace sentir eso mismo. ¡Y voilà! Ya te has vinculado

emocionalmente: ambos sentís lo mismo aunque hagáis cosas distintas.

Esto significa que todas las personas del mundo son capaces de conectar, siempre y cuando lo hagan a nivel emocional. De ahí la suprema importancia de comunicarse

emocionalmente.

4. Profundiza en vuestro vínculo preguntando por sus emociones

Muy bien. Ahora ya formas parte de su entorno habitual, confía en ti porque has mostrado alguna vulnerabilidad, y además tenéis cosas en común. Pero si no profundizas corres el

riesgo de quedarte para siempre en esa zona de cortesía, donde las conversaciones son superficiales y no hay mucho más de que hablar.

¿Cómo puedes traspasar esa barrera?

Vuelve a hacer referencia a algo que tengáis en común pero de forma mucho más personal. Por ejemplo, si descubres que ambos sois padres de una niña, en lugar de simplemente

celebrar esa similitud y hablar de lo guapa que es, pregúntale cómo está viviendo esa etapa de su vida.

“¿Cómo llevas ser padre de una niña pequeña por primera vez?” Su respuesta te revelará muchísima más información personal de la que te puedas imaginar.

5. Salid de la rutina y haced algo emocionante

En mi oficina llevaba coincidiendo con la misma gente muchos años. Con varios de ellos me había sincerado emocionalmente, compartido intereses en común y mantenido

conversaciones profundas.

Sin embargo sólo considero “amigos” aquellos con los que viajé por motivos personales (mi primer viaje a Japón fue con compañeros del trabajo), incluso aunque los conociera

menos.

Y eso es porque para llevar una relación al último nivel, el de la amistad, tienes que sacarla del contexto en que os habéis conocido.

Si sois compañeros de trabajo, no te limites a veros allí o siempre serás “el amigo del trabajo”. Propón alguna actividad, idealmente relacionada con algún vínculo en común, pero sal

de allí. Y cuanto más emocionante sea lo que hagáis, mejor.

El motivo es que hacer algo emocionante o nuevo dispara la atribución errónea de la excitación.

¿Qué qué significa esto?

Pues que cuando se suba contigo a la montaña rusa o aterrice en un país nuevo, asociará esas emociones positivas contigo.

Resulta que somos bastante malos identificando de donde provienen nuestros sentimientos, así que podemos terminar asociando nuestras emociones positivas con la persona que

nos acompaña incluso si no es la causa de nuestro bienestar.

Atrévete a proponer actividades conjuntas que salgan de la rutina y que os puedan gustar a ambos. Si no le va bien en ese momento no te rindas y pruébalo en otra ocasión, porque

cuando lo consigas un par de veces dejará de considerarte un conocido y empezará a verte como un amigo.

Los errores más habituales que te impiden crear amistades

Repasemos el proceso para crear una relación de amistad:

Mantente cerca de él

Muestra alguna vulnerabilidad

Busca lo que os vincula

No te quedes en lo superficial y pregunta por sus emociones

Sácalo de vuestro entorno habitual

Este proceso no es infalible, pero en mi experiencia cuando alguien no consigue construir una amistad con otra persona suele ser debido a 3 errores bastante habituales.

1. Centrarte en una sola persona

Un gran error es buscar tu alma gemela y tener unos criterios de inclusión muy estrictos, como aceptar solo amigos solteros si eres soltero.

Mucha gente también se obceca con una única persona, como me ocurría a mí. Pero esa solo es una forma de ponerte barreras y terminar frustrado si no lo consigues.

Intenta ver lo que tienes en común con la gente y no tanto en lo que os separa. Porque como te he explicado antes, no importa demasiado qué cosas sean.

2. Esforzarte en parecer interesante

Ah, el clásico error. Y probablemente el más difícil de solucionar.

En todas las relaciones de amistad hay un componente de admiración. Pero si no es recíproca, es cuando sientes que vas detrás de tu amigo todo el día.

Sin embargo, muchos creen que deben ganarse esa admiración aparentando ser personas con una vida interesante, cuando es totalmente lo contrario: la clave para ser más

interesante es interesarte por los demás.

También es frecuente mostrarse demasiado perfecto. Pero la cercanía es un componente fundamental de la amistad. Si no pareces humano, no lograrás conectar con nadie.

¿Y cuál es la manera más eficaz de parecer cercano?

Cometer algún error.

A los participantes de un estudio se les presentaron 3 personas: un estudiante brillante, un estudiante mediocre, y un estudiante brillante al que se le caía encima una taza de café

mientras se presentaba.

Cuando se les preguntó a quién preferirían como amigos, la mayoría eligió este último. Parece que nos cae mejor la gente competente pero imperfecta, porque eso los hace más

humanos.

Así que si sueles dar una imagen demasiado correcta, un buen lugar para quedar podría ser un karaoke donde te vieran hacer un poco el ridículo 😉

3. Mostrar siempre una sonrisa

Cuando queremos hacer amigos nos esforzamos en parecer competentes cuando en realidad es mucho más importante lo cercanos que seamos. Así que deja de ser interesante y

empieza a ser más humano.

Sin embargo, a veces nos pasamos e intentamos pintarlo todo bonito y de color de rosa.

Sí, es mejor transmitir emociones positivas que negativas, desde luego, pero de vez en cuando echar un poco de agua al vino no viene mal. De hecho, la ciencia dice que las mejores

relaciones tienen un promedio de una interacción negativa por cada tres positivas.

Eso significa que no es necesario que seas siempre positivo. De hecho, expresar tus sentimientos negativos acerca de una tercera persona puede incluso uniros más. No intentes

crear la amistad perfecta, porque no existe.

A no ser que tu amigo sea Messi y te regale entradas para el fútbol cada domingo. Entonces sí, es perfecta 😉