Jugar con otros niños es una actividad cotidiana, pero puede ser fuente de conflictos. Es el momento de compartir los juguetes, pero a muchos niños les cuesta hacerlo. Enséñales a ser genero

¿Por qué a tu hijo le cuesta compartir sus cosas?

Cuántas veces has visto a tu hijo no compartir algo? ¿Sientes frustración por no conseguir que te haga caso y deje sus juguetes a los demás? ¿Estás harto de verle pelearse con

otros niños por querer los dos las mismas cosas? Es el momento de aprender a conseguir que comparta y sea generoso y permita disfrutar a sus hermanos o compañeros de las

cosas que él tiene.

Lo primero que debes hacer es tranquilizarte, porque tu hijo tiene esa capacidad y realmente la lleva a la práctica, pero no todo el tiempo. Simplemente no es constante, porque a

edades tempranas los niños no entienden que no tener algo un momento, no significa que lo vaya a perder para siempre. El pequeño, entre los tres y los seis años, piensa que

perderá el poder sobre ese objeto y no podrá volver a disfrutar de él, de ahí que le cueste a veces compartir. Si nos fijamos, cuando no siente interés por algún objeto no tiene

ningún problema en cederlo y que otro disfrute de él.

Enseñar a tu hijo a compartir sus cosas

Muchas veces podremos ver a chicos más mayores con problemas para prestar sus cosas. En su caso no es cuestión de sentir que pierden la posesión, sino el poder. Ser los

dueños de los objetos de deseo provoca en ellos sentirse importantes y necesarios, y eso es precisamente lo que anhelan. Por eso, todos tenemos en nuestra mente la imagen de

algún niño cogiendo su balón en mitad de un partido de fútbol y amenazando con llevárselo porque no le pasan lo que le gustaría o porque le han hecho una falta. Sabe compartir,

pero no quiere hacerlo siempre porque es consciente de qué es la posesión y sabe cómo utilizarla en su provecho.

Tanto a los pequeños que creen que pierden su posesión como a los más mayores debemos educarles y mostrarles que es mucho más beneficioso compartir con los demás que

ser egoísta, puesto que sus actos, la manera que tenga de comportarse, determinará lo que reciba de los demás y esto conformará su personalidad.

Hay un aspecto que no debemos olvidar en ningún caso a la hora de enseñar a nuestros hijos a compartir. Salvo excepciones los procesos educativos o de instauración de hábitos

son procesos relativamente lentos que requieren un gran esfuerzo y de coherencia por parte de los educadores y de las familias para poder conseguir el resultado esperado de

manera duradera.