La vitamina C tiene efectos antioxidantes y ayuda a la asimilación del hierro, del ácido fólico y de algunos aminoácidos. Es una vitamina indispensable para el crecimiento y desarrollo normales. Es esencial para la cicatrización de heridas, la formación de colágeno y la reparación de cartílago, huesos y dientes.

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La enfermedad producida por la carencia de vitamina C o ácido ascórbico, se conoce como escorbuto, y ha estado presente en la historia humana en múltiples momentos, siendo muy frecuente hasta mediados del siglo XVIII, cuando se hizo el descubrimiento crucial, que podía ser curado con el simple consumo de naranjas, mandarinas y limones. Las principales fuentes se encuentran en frutas (naranja, limón, pomelo, mandarina, etc.) y verduras. Es una vitamina muy inestable y se oxida muy rápidamente por lo que estará en mayor porcentaje en los alimentos frescos.

Las manifestaciones más graves del escorbuto son muy raras en la modernidad; sin embargo, las formas leves y moderadas son observables en niños pequeños alimentados exclusivamente con leche hervida y papillas de cereales en ausencia de frutas y verduras.

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En estos casos, el niño presenta: trastornos del crecimiento, debilidad, irritabilidad e inflamación de las articulaciones. Una alimentación equilibrada cubre abundantemente las necesidades diarias de vitamina c, no siendo el caso de algunas modas alimentarias, como el “zen macrobiótico”, compuesto por cereales en un 100%, que pueden representar un grave problema carencial en adulto y especialmente en niños. La administración en forma farmacológica está bioquímicamente desequilibrada, lo cual quiere decir que, al no estar en conjunto con los demás nutrientes y micronutrientes, su uso por el organismo no va a ser óptimo. Se reservan las formas sintéticas para el tratamiento del escorbuto y otras enfermedades carenciales que se ven beneficiadas del consumo conjunto con vitamina c como es el caso de la anemia ferropénica.

No existe ningún beneficio derivado del consumo diario de vitamina c sintética, basada en la falsa creencia que previene el resfriado o la gripe, sin embargo, su consumo no evita el contagio ni modifica el curso natural de estas infecciones respiratorias que por lo general son autolimitadas, es decir, que se curan solas en el plazo de unos pocos días (la duración suele ser de 7 a 10 días) sin dejar secuelas. La verdadera protección contra el resfriado o la gripe la proporcionan la vacunación antigripal y los hábitos higiénicos en conjunto con una dieta saludable y equilibrada. Por el contrario, el consumo excesivo de vitamina c en dosis diarias muy altas (el requerimiento diario no supera los 100 mg diarios y varía según la edad) pueden ocasionar dolor de estómago y diarrea. En niños el exceso de vitamina C puede producir hiperoxaluria, una enfermedad que acumula oxalato cálcico y puede dañar la función renal, hepática y generar una disminución en los niveles de calcio (hipocalcemia) que puede producir arritmias cardíacas graves.

Por: Dr. Héctor José Acedo Ramos

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