Suelen ocurrir entre los 3 y 7 años y aunque provocan que el niño se despierte, después casi ni se acuerda de lo sucedido. Te explicamos cómo gestionarlo junto al pequeño.

Las 2 o las 3 de la madrugada y tu hijo se despierta de repente llorando. Vas corriendo pero el pequeño, aunque está sentado en la cama, parece confuso. Aunque intentas tranquilizarle en tus brazos y con palabras suaves, no responde a tu consuelo pero el episodio termina en pocos minutos, con el pequeño dormido de nuevo sin más.

Los terrores nocturnos son un fenómeno relacionado con el sueño que se caracterizan por un despertar brusco que ocurre en la fase profunda del sueño, durante el primer tercio de la noche.

Originan en el pequeño una reacción de intenso miedo y con respuestas físicas como por ejemplo sudoración, aumento de la frecuencia cardiaca o aceleración de la respiración.


QUÉ SON LOS TERRORES NOCTURNOS
Aunque los terrores nocturnos pueden ser muy aparatosos duran pocos minutos, y acaban bruscamente de la misma manera que empiezan: el niño se vuelve a dormir como si no hubiera pasado nada… Mientras dura el terror, no responde a estímulos externos, y lo bueno es… ¡que al día siguiente no se acordará de nada!

No hay que confundirlos con las pesadillas ya que, de hecho, no son un sueño en sí mismo. Son más bien una sensación de miedo que aparece de forma repentina.

Puede haber antecedentes familiares y la fiebre puede desencadenarlos

Es habitual que los terrores nocturnos preocupen a los padres por el temor a que el niño esté sufriendo algún problema físico o psicológico. Sin embargo, se consideran benignos y autolimitados en el tiempo, y presentan una buena evolución a corto plazo.

QUÉ DEBEN HACER LOS PADRES
No hay tratamientos farmacológicos que para el tratamiento de los terrores nocturnos es más bien una cuestión de hábitos y de paciencia.

Durante el día es conveniente tratar de aplicar higiene en el sueño, respetando los horarios del día en cuanto a rutinas de sueño, vigilia y alimentación.
En el momento en el que tiene lugar el episodio de terror nocturno, si el niño ha salido de la cama debemos acompañarlo sin despertarle o interferir -aunque pueda resultar difícil-, permanecer a su lado en silencio y sin intentar interactuar, velando por su seguridad para que no se lesione mientras dura el episodio.
Suelen ocurrir a la misma hora: despertarle 15 minutos antes puede ser útil

Más tarde, por la mañana, es mejor evitar discutir sobre lo ocurrido porque lo más seguro es que no se acordará.
En casos muy severos, y teniendo en cuenta que los terrores nocturnos suelen producirse siempre más o menos a la misma hora, se puede optar por hacer lo que se llama despertares programados, unos 15 o 30 minutos antes de la hora en la que suele producirse el fenómeno. De esta manera, se evitan un número importante de los mismos. También se utiliza esta técnica en niños y personas con sonambulismo.

¿Las pesadillas son lo mismo que los terrores nocturnos?
Las pesadillas son otro fenómeno asociado al sueño, también frecuentes en la infancia. Pueden empezar entre los 3 y los 6 años, aunque la edad en que se producen con más frecuencia es entre los 6 y los 10 años, para luego ir disminuyendo progresivamente.

Las pesadillas son sueños sobre algo que da miedo al niño y ocurren durante la fase de sueño REM y en la segunda parte de la noche.
Suelen originar el despertar del niño, que aunque se despierta con miedo puede interaccionar con nosotros, explicarnos qué es lo que ha soñado y manifestar signos de miedo, pero que nunca son tan intensos y aparatosos como en el caso de los terrores nocturnos.

Los terrorres ocurren en la primera parte de la noche y las pesadillas, en la segunda

Las pesadillas pueden desencadenarse por situaciones de estrés o conflictos emocionales que se hayan producido durante el día. También es un clásico después de ver películas de miedo u oír historias de terror antes de ir a dormir.
Tras la pesadilla el niño no querrá volverse a dormir y demandará la presencia de los padres para combatir el miedo.

CÓMO PREVENIR LOS TERRORES NOCTURNOS
En cuanto a la prevención, al igual que con los demás trastornos del sueño, la higiene del sueño es muy importante, con unos horarios adecuados y unas rutinas relajantes previas al sueño. También es útil disminuir las situaciones de estrés, así como evitar pelis, series o cuentos de miedo antes de ir a dormir.

La higiene del sueño es muy importante en esta etapa: rutina, baño, cena, horario fijo…

Cuando se produce la pesadilla debemos tranquilizarles, explicándoles que lo que ha ocurrido es tan solo un sueño, puede ser útil tener a mano los objetos que le dan seguridad -algún muñeco o trapo- o dejarle dormir en compañía de su mascota (perro o gato).
Si las pesadillas son recurrentes o tienen miedos a la hora de ir a dormir, las luces tenues en la habitación son un excelente “quita miedo”.
Cuando existe algún sueño extraño o pesadilla que se repite en el tiempo, puede crear cierta fobia al momento de irse a dormir. En estos casos, si vemos que el problema es cada vez más grande, una posible solución es hacerle que explique o dibuje el sueño y que le cambie el final a su vivencia.
Al igual que ocurre con los terrores nocturnos, la maduración conllevará una disminución de las pesadillas, y un mayor número de noches sin “sustos”.

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