Suena a ciencia ficción, a nombre de novela, pero es un problema real, tangible y medible, tal como la define la Organización Mundial de Salud (OMS) es una deficiencia de micronutrientes (vitaminas y minerales). En pocas palabras, se trata de un desequilibrio en la alimentación dado por la ingesta insuficiente o deficiente de estos micronutrientes esenciales, presentes en alimentos como frutas, legumbres y verduras, pescados y aceites vegetales, además de la leche y sus derivados.

A diferencia de la desnutrición y la malnutrición, el hambre oculta afecta incluso a personas con ingesta calórica adecuada o aquellas que presentan exceso de peso u obesidad. Afecta no solo a poblaciones en situación de escasez de alimentos, sino también a los que consumen alimentos en exceso.

A pesar que es un término que no escuchamos a menudo, al menos una tercera parte de la población mundial sufre de hambre oculta, es decir una de cada tres personas en el mundo.

Es mucho más frecuente en países en desarrollo, y está representada principalmente por la deficiencia de la vitamina A, el hierro y el zinc, lo cual tiene repercusiones en el crecimiento y desarrollo en niños y adolescentes, y a su vez comprometer, el sistema inmunológico, lo que se traduce en una menor capacidad de defenderse de las infecciones. estas deficiencias también están relacionadas con la aparición de algunas enfermedades crónicas como la hipertensión arterial, la diabetes y la osteoporosis.

Con el fin de lograr el máximo desarrollo físico y mental es prioritario garantizar a todos los niños y las niñas, en sus primeros 1000 días de vida en conjunto con una alimentación saludable y balanceada, el acceso a los micronutrientes esenciales.

Entidades internacionales como la OMS, la Organización de las Naciones Unidas para Alimentación y Agricultura (FAO) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) recomiendan para la prevención del hambre oculta, la aplicación de programas de intervención a través de la suplementación de micronutrientes y fortificación de alimentos, además de campañas para aumentar el consumo de vegetales.

Es responsabilidad de los entes gubernamentales, la concientización sobre los beneficios de una alimentación saludable rica en nutrientes esenciales y garantizar el acceso a este derecho. Sin embargo, cada uno de los actores en la atención y cuidado a los niños y niñas, bien sea padres, maestros y personal de salud deben hacer parte de este proceso para que el hambre oculta desaparezca y los niños y niñas puedan alcanzar su máximo potencial.

Por: Dr. Héctor José Acedo Ramos

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